Puede parecer extraño meditar en ello, mas nuestro intestino tiene su población de seres vivos. El conjunto de estos microorganismos que habitan los tejidos o bien órganos, como el intestino, tiene por nombre microbiota. Los estudios prueban que la microbiota intestinal tiene una suma importancia para la salud humana y es esencial para el sistema inmunológico. Para aquellos que han sido inficionados por virus como el herpes, que no se suprimen totalmente una vez contratados, la información es todavía más útil. El herpes es un virus que está aguardando una fisura para reactivar, con lo que hay que robustecer el sistema inmunológico.
Es posible que hayas oído charlar de la microbiota como “vegetación intestinal”, término que se utilizaba en los viejos tiempos y que fue descuidado por la comunidad científica. Se estima que en ese sistema habitan cientos y cientos de especies de bacterias. Mas lo que precisas saber sobre la microbiota es que es posible nutrir a los agentes positivos para asegurar un buen funcionamiento del intestino y, en consecuencia, del sistema inmunológico, usando los micro organismos llamados probióticos y prebióticos.
La repercusión de la nutrición sobre la microbiota intestinal y la inmunidad, las bacterias ventajosas desempeñan un papel esencial en el desarrollo de contestaciones inmunes, modulándolas y eludiendo trastornos inmunológicos. La repercusión de la microbiota en el funcionamiento de nuestro organismo es extensa y, aparte de la inmunidad, actúa asimismo sobre el sistema inquieto. Cuando hay un desequilibrio en la microbiota el sistema inmunológico e inclusive hormonal pueden verse perjudicados.
Tratándose de la microbiota, las bacterias no son necesariamente negativas. Las bacterias ventajosas son esenciales para la salud humana. Cuando se consumen, pueden acrecentar el número y la actividad de los microorganismos intestinales con propiedades útiles para el hombre. Encontradas en las leches fermentadas, las probióticas facilitan la capacitación de la llamada barrera probiótica en el intestino, que combate de este modo las bacterias patógenas – las que ocasionan enfermedades -. Esto provoca el estímulo del sistema inmunológico, facilitando la defensa del organismo.
Las bacterias probióticas pueden tener un efecto positivo en la reducción de los niveles de colesterol total con minoración del colesterol LDL, mejora de la digestión proteica y incremento de la absorción de vitaminas y minerales. La información se halla en el trabajo “aplicación de bacterias probióticas para la profilaxis y el tratamiento de enfermedades gastrointestinales”, que asimismo relaciona el potencial terapéutico de las bacterias buenas con las enfermedades intestinales.
Así como los probióticos, se debe nutrir la microbiota intestinal con los llamados prebióticos. Son ingredientes que no se asimilan, mas son buenos. La función primordial de los prebióticos es alentar el desarrollo y activar el metabolismo de algún conjunto de bacterias ventajosas del tracto intestinal. O sea, los prebióticos están relacionados directamente con los probióticos: son el “comestible” de las bacterias probióticas.
El término puede parecer complicado, mas su consumo es simple: los prebióticos están libres en forma natural en semillas y raíces de vegetales como la achicoria, cebolla, ajo, alcachofa, cebada, centeno, habas de soja y garbanzos. O sea, cuando se combinan con hábitos saludables de nutrición por norma general, los comestibles probióticos y prebióticos hacen la diferencia en su salud.