Es Mezquita, es Catedral, no está orientada hacia La Meca y tiene otras tantas razones que la hacen verdaderamente especial
Ni en sus mejores sueños pudo imaginar el primer Emir omeya Abderramán I que tantos millones de ojos admirarían la obra que decidió comenzar en un intento codicioso de demostrar su supremacía, levantando una mezquita musulmana sobre los restos de una antigua iglesia cristiana de la época visigoda casi derruida.
El sultán venía de Damasco, de donde tuvo que salir casi con lo puesto tras ver el derrocamiento de su familia. Y al hacerse con el control de Córdoba levantó este proyecto de la mezquita de cordoba como muestra de su recuperado poderío, algo que imitarían sus sucesores en el cargo durante siglos.
Y tanto se afanaron en realizar cada uno su aportación a tan majestuosa obra, que las diferentes ampliaciones que fueron realizando los sultanes con el paso de los siglos derivaron en que en un momento de la historia fuese la segunda mezquita más grande del mundo, solo por detrás de La Meca. Hoy en día ocupa un honroso tercer lugar por detrás de las de Casablanca y La Meca. En cuanto a tamaño, porque en lo que concierne a belleza se lleva el oro,
Uno de los monumentos más grandiosos de todos los tiempos
Con una superficie de 23.400 metros, la Mezquita de Córdoba puede acoger hasta 20.000 personas al mismo tiempo (por suerte, la visita no admite tantos espectadores a la vez). Aunque destacan cinco zonas resultado de las diferentes ampliaciones, básicamente se puede dividir en tres partes: el Patio de los Naranjos (que entraron en juego en el siglo XV, antes había palmeras), el Lucernario y la Mezquita.
¿Es Mezquita o es Catedral?
En el siglo XVI, cuando cae el Islam en la Península y los cristianos retoman el control, éstos construyeron dentro del monumento una catedral. De ahí el dilema sobre si se trata de una mezquita o de una catedral.
Dejando a un lado el sagrado espacio cristiano, cuya visita también vale la pena, el espectáculo único en el mundo que deja boquiabiertos a los visitantes es el espacio de 850 columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan arcos de herradura con las famosas dovelas rojas y blancas, y que rememoran un palmeral, ideado ya por Abderramán I. El total de columnas del conjunto arquitectónico es de 1.300.
Patrimonio de la Humanidad
Razones de sobra hicieron que la Unesco la declarase Monumento Patrimonio de la Humanidad en 1984. Es el símbolo de la ciudad de Córdoba, un conjunto impresionante que no deja a nadie indiferente.
Y que a su impresionante arquitectura suma algunas curiosidades, como el hecho de no estar orientada hacia La Meca como se espera de toda mezquita. Ésta mira hacia el sureste, hacia el Guadalquivir. O más concretamente, su quibla.
Las ampliaciones que fueron realizando Abderramán II y Abderramán III quisieron respetar lo ya construído por su antecesor así como la arquitectura adyacente, lo que hizo desviar su orientación.
La quibla (dirección que hay que seguir) está marcada por la orientación del muro del mihrab, ante el que se realiza el rezo y que normalmente se encuentra orientado hacia La Meca, pero éste mira hacia el río Guadalquivir, que también es otro de los grandes exponentes de la ciudad.
Ilustres en la Catedral
La capilla de San Bartolomé se encuentra en el muro del mihrab y en ella descansan los restos del poeta cordobés Luis de Góngora, el poeta del Siglo de Oro; y otros personajes ilustres como Garcilaso de la Vega.
Sobran las razones para dedicar unas horas a este monumento imprescindible en la visita a Córdoba.