Es lamentable ver el nivel de exclusión y discriminación que pesa sobre el adulto mayor en la actualidad, cuando valorarlo y ofrecerle el cuidado que necesita debe ser primordial, después de todo, forman parte de la población que sirviera de base a la sociedad en la que se vive hoy en día. Es por ello que el llamado es a la reflexión, ofreciéndoles el amor y respeto que se merecen, además de estar abiertos a recibir todo lo que tienen para dar.
La sabiduría de las personas mayores
Quien tiene un abuelo o abuela, reconoce que la sabiduría de los mayores no es algo a lo que se tenga acceso ni en la mejor de las escuelas; sus consejos basados en experiencias llenas de triunfos y derrotas son prueba de lo que el coraje y la valentía puede hacer, haciendo imperiosos tomarse el tiempo y tener la disposición de escuchar con el corazón sus historias de vida y sobre la vida.
Cuando el ser humano termine de entender que, en algún momento, el tiempo agregará igualmente luces plateadas a sus cabellos y le conducirá directo a ese mundo del que no quieren formar parte, será posible la construcción de una mejor sociedad, una llena de oportunidades, comprensión e igualdad para quienes dieron tanto.
No hay que olvidar, que en el futuro se cosechará todo cuanto se sembró hoy, y el trato que se tiene para con los mayores en la actualidad, ha de ser el mismo que se recibirá más adelante.
Más que cuidados, los mayores necesitan ser valorados:
Si bien las residencias para mayores son lugares ideales para su cuidado, pues profesionales se encargan de darle lo que necesitan con compromiso y dedicación, lo cierto es que no basta con elegir el sitio más bonito o con el personal más calificado, es necesario ser parte de este.
Por tendencia, el adulto mayor que es recluido en un cuidado para ancianos se siente excluido y rechazado, es ahí donde el rol de la familia cobra especial relevancia, teniendo la obligación moral y ética de demostrarles que no están siendo abandonados y que continúan siendo parte del núcleo familiar. Las visitas programadas – en especial, durante fechas importantes – así como sacarle eventualmente a un paseo e integrarse con quienes ahora forman parte de sus vidas, resultan eleménteles para procurar su bienestar.
Escuchar al adulto mayor y dejarle envejecer en paz:
Sea que vivan en un lugar de cuidados para mayores o en casa, ese ser especial merece ser escuchado, su pasado tiene que verse como un baúl repleto de vivencias que guardan verdad, bien, belleza y sabiduría, aunque sus historias sean repetidas. Del mismo modo, es imperioso permitirles sentirse seguros de sí mismos ¿cómo? dejándolos vencer de vez en cuando en las discusiones y gritar cuando se equivoque, ya que al igual que los niños, los ancianos tienen derecho a la comprensión.
Permitirles vivir entre las cosas que ha amado, evita que sufran sintiendo que deben desprenderse de pedazos de su vida, el darles el lugar que merecen regocija su corazón, en especial, si se les deja envejecer en paz, brindándoles el mismo amor paciente con el que crecen los niños.
La soledad: el principal enemigo de las personas mayores:
“Duele tanto no saber estar solo… como no saber estar acompañado” esta frase debe invitar a la reflexión; la soledad es el marco de la tristeza que sienten muchas personas mayores, aunque ni siquiera vivan solos. Sea por no estar distanciado de sus familiares, vivir en residencias para mayores o simplemente no querer molestar, se auto excluyen error que resulta sencillo dejar pasar sin hacer nada.
En este contexto, existen mil escenarios, hijos no quieren saber nada de sus padres, jóvenes que no entienden que algún día también serán viejos, personas que, por falta de tiempo, dan por sentado que sus padres están ahí, cuando en realidad el futuro es incierto y luego llegan los arrepentimientos.
El amor familiar es el pilar que sostiene al adulto mayor:
No hay tesoro más grande para un anciano que el amor de su familia, pese a las dificultades y deficiencias que acarrea el paso de la edad, son los recuerdos vividos – y los que sigue creando – los que suelen mantenerle lucidos y activos; son pocas las experiencias tan gratificantes como las de contar anécdotas de vida que más tarde, serán las que el resto contará cuando ese ser querido haya partido del mundo terrenal e inmortalizarán su paso por este.
Cuidar al adulto mayor debe ser un privilegio, no una obligación:
De cara a la vejez, los papeles se intercambian, son ahora los hijos quienes tienen que darlo todo por esa persona que, en su momento, hizo lo mismo por ellos, en simples palabras, es tiempo de brindarles la cosecha que sembraron.
Pese a ser demandante, hacer feliz a un adulto mayor es sencillo solo requiere de tiempo, paciencia y amor; acciones tan sencillas como permitirles vivir entre sus recuerdos, escucharles y hacerles sentir útiles o necesarios, sacará de ellos una sonrisa.
La vejez y la sociedad moderna:
En efecto, se vive en una sociedad que busca reivindicar al adulto mayor, tal vez sea porque ha caído en cuenta – y apreciado en “carne propia” – los efectos de la estigmatización de la vejez, tanto por la generación que empieza a entender que es algo inevitable, como para el propio longevo que comienza a tener una mejor percepción de sí mismo, auto valorándose.
Sin embargo, es mucho lo que falta por hacer, devolverles a los mayores las capacidades a las que renunciaron por imposición cultural, es labor diaria de todos, no se trata solo brindarles programas que los incorporen a la sociedad velando por sus intereses y necesidades, sino de promover el pleno disfrute e igualitario de sus derechos y libertades.
Cada gobierno está en la obligación de ofrecer centros gratuitos en los que brinden cuidados para mayores, además de contemplar entre sus leyes, acciones que garanticen su seguridad y bienestar de lo contrario será imposible construir un mundo libre de discriminación.