De cara a cierta edad, las personas demandan el mismo cuidado y paciencia que se les da a los niños; si bien algunos familiares optan por llevarles a residencias para mayores, otros se decantan por mantener a sus seres queridos en casa poniéndolos a cargo de un cuidador que les ayude en la difícil tarea que pueda tornarse procurarles bienestar en el ocaso de sus vidas, especialmente, si sufren de condiciones físicas derivadas del envejecimiento.
La figura del cuidador en la labor de atender al adulto mayor:
Caídas, cortes, golpes, quemaduras e intoxicaciones suelen ser accidentes frecuentes cuando se tiene un longevo en casa, dando lugar a la necesidad de solicitar la ayuda de un profesional capacitado en brindar cuidados para mayores; sin embargo, es importante entender que no se trata de pasarle la responsabilidad a otro, sino de actuar en conjunto en pro de procurarle el bienestar a la persona en cuestión.
Pérdida de la agudeza visual, deterioro cognitivo y de las capacidades físicas – coordinación y marcha – son algunas de las condiciones con las que tiene que lidiar el cuidador para mayores indistintamente que lo haga en casa o en un lugar diseñado para tal fin. Con el paso de los años, las personas sufren un retroceso, de hecho, gran parte de ellas ni siquiera puede valerse por sí mismas al 100%.
Actitudes y aptitudes necesarias para cuidar a un adulto mayor:
Pese a que puede ser verdaderamente gratificante, el cuidado de una persona de la tercera edad sugiere una labor agitadora y de gran responsabilidad – sobre todo, si no es capaz de valeres por sus propios medios o sufre de alguna enfermedad neurodegenerativa – es por ello que el cuidador encargado ha de contar con ciertas características elementales.
En primer lugar, tiene que ser muy paciente y cariñoso – bien dicen, los ancianos vuelven a ser niños – haciéndose necesario adoptar medidas que no solo le procuren su bienestar físico, sino también mental y emocional. De preferencia, contar con la fuerza suficiente para soportar el peso del anciano en cuestión, tener noción de primeros auxilios y enfermería, así como destrezas que le permitan actuar oportunamente en caso de emergencias.
¿Qué pasa cuando el cuidador es un familiar?
No todos cuentan con la solvencia económica para contratar a un cuidador, o simplemente no desean confiarles a terceros la atención de sus seres queridos – ni en casa, ni en un lugar de cuidados para mayores – optando por ocuparse ellos mismos. En tal escenario, es importante considerar ciertos aspectos claves con los que hacer más llevadero el reto que implica tal decisión:
1. Diagnosticar las necesidades de la persona mayor:
El primer paso que ha de considerar quien asuma la tarea de cuidar a un mayor corresponde a enumerar sus requerimientos y los recursos con los que contará para enfrentarlos; completada la lista, conviene trazar una estrategia en la que se involucre a cada integrante de la familiar, además de encontrar las personas y medios que hagan falta para gestionar el proceso, cabe enfatizar lo esencial de que el plan de acción sea realista, y que se cumpla.
El rol de los otros familiares:
Por más que lo desee, el cuidador para mayores necesita contar con el respaldo del resto de los familiares, haciéndose indispensable llegar a acuerdos en los que se pauten las responsabilidades que cada uno; reunirse para exponer posibilidades y expectativas, es una excelente opción si se quieren evitar roces y desacuerdos.
Contar con un buen equipo de profesionales:
Considerando que, por lo general, los longevos presentan diversas patologías – adicional al apoyo de la familia – el cuidador necesitará asistencia profesional y la orientación de un médico de atención primaria en lo que respecta a la forma de suministrarle sus respectivos tratamientos; suponiendo que demande asistencia personalizada o apoyo para cuidados médicos avanzados, lo más sensato es contactar a un servicio de enfermería, o en su defecto, instruirse muy bien al respecto.
2. Fijar una rutina:
Uno de los problemas cuando se habla de cuidados para mayores viene de la mano de la inseguridad, y no se trata únicamente de la que compromete su bienestar físico, sino de la psicológica, esa que llega cuando el adulto mayor siente que está en terreno desconocido y deja de esforzarse.
En este sentido, el establecimiento de horarios fijos contribuye a devolverles esa seguridad que tanto necesitan, pautar una rutina en la que se incluyan las horas de comer, bañarse y dormir les confiere mayor estabilidad emocional, de ahí lo recomendable de adicionar también actividades de ocio y entretenimiento.
Dentro de este cronograma, tampoco ha de faltar el registro de sus medicinas, evitando el error de dejarles por cuenta propia, ya que es bastante frecuente que se confundan y dupliquen sus dosis, sin apartar la peligrosa tendencia a la auto-medicación.
3. Adecuar el entorno:
Al igual que en las residencias para mayores, cuando se cuida a una persona de la tercera edad en casa, es fundamental adecuar el lugar estableciendo un plan de seguridad en el que se incluya:
- Agarraderos adecuados en el cuarto de baño, mismo que debe estar dotado de baldosas antideslizantes en el piso y plato de ducha en lugar de bañera.
- Rampas en caso de escaleras o diferencia de niveles en los pisos.
- Comodidad y espacios abiertos en los que el adulto mayor pueda desenvolverse en el hogar sin demasiada dificultad, en especial, si se moviliza con silla de ruedas, andaderas y/o bastones.
4. Brindar una dieta equilibrada y cuidar la higiene:
Está demás enfatizar en la relevancia que tiene la alimentación en términos de cuidados para mayores, en líneas generales, bastará con ofrecerles una dieta balanceada con la que se prevengan problemas de salud a la par de fortalecerle física y mentalmente. En lo que concierne a su aseo personal, resulta imperioso fomentar hábitos saludables y la autoestima.
Recomendaciones adicionales para el cuidador de un adulto mayor:
La disposición no basta cuando la tarea es cuidar personas de la tercera edad, se hace necesario aprender al respecto, por lo que la invitación es a acudir a cursos o grupos de apoyo para familiares de personas enfermas o de tercera edad que se quedan en casa, ya que adicional encontrar información puntual e instrucción acerca del tema, tendrán un lugar en el que desahogarse con quienes se encuentran en la misma situación.